Entrevista a Gioia Maria, una joven que ha organizado unos talleres artísticos con el Gen Verde en Suiza.
“¿Cómo hago para traer al Gen Verde a mi ciudad?» es una pregunta que nos hacen a menudo. Esta vez, sin embargo, hemos querido responder cambiando la perspectiva, dejando que sea una joven, Gioia Maria (18 años, Suiza) quien nos cuente cómo ella, junto con algunos adultos y amigos, organizó workshops artísticos con nosotras en su ciudad, Zúrich, el pasado mes de diciembre.
Tal vez pueda parecer complicado o un reto organizar un concierto o talleres artísticos del Gen Verde en una ciudad (más aún fuera de Italia), pero saber cómo lo ha hecho otra persona puede darnos ideas, inspirarnos o animarnos.
Así que, si quieres llamarnos para ir a tu ciudad, pero no estás seguro de poder hacerlo… te recomendamos encarecidamente que leas este artículo (¡hasta el final!).
Gioia Maria, ¿cómo surgió la idea de llevar el Gen Verde a tu ciudad?
G.M: Hace aproximadamente un año, diez jóvenes de 14 a 16 años del Movimiento de los Focolares de Suiza, entre los que me encontraba, visitamos Loppiano. Allí pasamos una tarde entusiasmante con vosotras, en vuestra sede. Cantamos, bailamos con vosotras y nos contasteis un poco sobre vuestras vidas. De allí nació la idea de invitaros a Zúrich para hacer workshops artísticos.
Tras tomar la decisión de pedirnos al Gen Verde que fuésemos, ¿cuáles fueron los primeros pasos que disteis para seguir adelante?
G.M: No podía organizar sola un evento de ese calibre. Así que con tres adultos y tres jóvenes fundamos un comité organizador. Juntos buscamos, antes que nada, un lugar donde se pudieran llevar a cabo los talleres y luego nos repartimos las tareas. Yo hice las invitaciones, elaboré un folleto.
Todos estuvimos de acuerdo en que la cuestión económica no sería un obstáculo. Hicimos toda nuestra parte y confiamos en Dios. Y, de hecho, al final incluso recaudamos más dinero del que necesitábamos, tanto que pudimos donar el resto.
¿Quién os ayudó a conseguir este objetivo? ¿A quiénes involucrasteis en este proyecto?
G.M: Este éxito fue posible gracias a la contribución de muchas personas. El comité organizador me acompañó desde el principio, apoyándome en todo. Los jóvenes de los Focolares también participaron en los preparativos. Por ejemplo, coloreando los cubos para el taller de percusión, invitando a sus amigos y buscando dinero. Sin los donantes y los voluntarios presentes durante el taller, este fin de semana no habría sido posible.
¿Cómo promocionasteis los talleres? ¿Cómo involucraste a otros jóvenes?
G.M: Creé una cuenta de Instagram en la que nos presentábamos y comunicábamos cómo iba todo. Hicimos un folleto que después imprimimos y distribuimos y también compartido en las redes sociales. Por último, hablamos de estos talleres con mucha gente, amigos, conocidos y familiares. Contactamos con dos emisoras de radio que nos entrevistaron para promocionar los workshop. Incluso, recaudamos fondos a través de una plataforma online.
¿Cómo fue la experiencia con el Gen Verde? ¿Vuestros amigos quedaron satisfechos?
G.M: La alegría en los rostros de los jóvenes fue evidente durante esos dos días. Durante los talleres había un ambiente positivo y era tangible el sentimiento de comunidad. Recibí muchos comentarios y mensajes de agradecimiento que destilaban entusiasmo. El domingo hice algunas entrevistas a los participantes y las respuestas a la pregunta de “qué mensaje se llevaban del fin de semana”, me conmovieron profundamente. Todos dijeron que a partir de ahora mirarán al mundo con ojos más abiertos y que quieren ser portadores de paz para un mundo mejor.
¿Qué aprendiste personalmente durante este proceso? ¿Crees que ayudó a vuestra comunidad a trabajar unida por este objetivo?
G.M: A medida que la organización del taller se desarrollaba y maduraba más y más, yo también lo hacía. Aprendí muchas cosas: cómo dirigir un equipo, a hacer publicidad, etc., pero, sobre todo, hice importantes descubrimientos personales. Organizar un workshop como éste y ver los resultados me dio mucha confianza y conocimiento de mí misma. Me di cuenta aún más de lo que puedo confiar firmemente en Dios y en sus planes, a pesar de todos los desafíos.
También se fortaleció el sentido de comunidad entre nosotros, los jóvenes del Movimiento y del comité organizador. Teníamos ante nosotros un objetivo común, que nos unía y nos daba la oportunidad de compartir un trabajo. Vivimos muchas experiencias, divertidas, bonitas y también difíciles. Esto nos hizo más fuertes como grupo y nos recordó que debemos pensar en los demás y estar abiertos a todos.
¿Recomendarías a otros que vivieran la misma experiencia que tú?
G.M: ¡Por supuesto que recomendaría esta experiencia! La mejor manera de fortalecer una comunidad es cuando los jóvenes pueden hacer algo por otros jóvenes. Es muy importante que nuestra generación viva activamente, se comprometa con los demás y contribuya a hacer del mundo un lugar mejor. ¡Porque realmente es la hora! Al mismo tiempo, el diálogo con mucha gente es crucial, llegamos a conocernos mejor y a apreciar los talentos y capacidades de los demás. Pude tratar intensamente con Dios, conmigo misma y con los demás. Aprendí tanto que me será de gran ayuda en mi vida, así que deseo que muchos otros jóvenes puedan vivir la misma experiencia que yo tuve.